viernes, 17 de octubre de 2008

El museo de los esfuerzos inutiles...

I…

Todas las tardes voy al Museo de los esfuerzos inútiles. Pido el catálogo y me siento frente a la gran mesa de madera. Las páginas del libro están un poco borrosas, pero me gusta recorrerlas lentamente, como si pasará las hojas del tiempo. Nunca encuentro ha nadie leyendo; debe ser por eso que la empleada me presta tanta atención…

-¿Qué año quiere? –me pregunta muy atentamente.-el año de mil novecientos veintidós –le contesto por ejemplo… -el año de mil novecientos fue un año muy intenso. Mucha gente estaba empeñada en esfuerzos ¿cuántos tomos hay?...

-catorce –me contesta ella muy profesionalmente. Y yo observo alguno de los esfuerzos inútiles de ese año, miro niños que intentan volar, hombres empeñados en hacer riqueza, complicados mecanismos que nunca llegaron a funcionar, y numerosas parejas…

Es muy curioso que los esfuerzos inútiles se repitan, pero en el catálogo no se los incluye: ocuparían mucho espacio. Un hombre intento volar siete veces, provisto de diferentes aparatos; algunas prostitutas quisieron encontrar otro empleo; una mujer quería pintar un cuadro; alguien procuraba perder el miedo; casi todos intentaban ser inmortales o vivían como si lo fueran…

II
…Antes, me cuenta Virginia, existían algunos investigadores privados; aficionados que suministraban materiales al museo. Incluso puedo recordar un periodo en que estuvo de moda coleccionar Esfuerzos Inútiles, como la filatelia o los formicantes.

-creo la abundancia de piezas hizo fracasar la afición –declara Virginia. Solo resulta estimulante buscar lo que escasea, encontrar lo raro. Si el tiempo pasa yo no lo siento, entretenida como estoy todas las tardes. Pero los lunes son días de pena y abstinencia, en los que no sé que hacer, como vivir. El museo cierra a las ocho de la noche. La propia Virginia coloca la simple llave de metal en la cerradura, sin más precauciones, ya que nadie intentaría asaltar el museo. Sólo una vez un hombre lo hizo, me cuenta Virginia, con el propósito de borrar su nombre del catálogo. En la adolescencia había realizado un esfuerzo inútil y ahora se avergonzaba de él. No quería que quedaran huellas…

No hay comentarios: