viernes, 12 de febrero de 2021

El elefante viajando.

Y dice el libro de los Itinerantes "siempre acabamos llegando a donde nos esperan", una frase que desde hace tiempo me ha gustado, tanto que a vece se ha hecho costumbre escribirla en cada libreta de notas, incluyendo mi bitácora de viaje. A veces romanceo con ciertos pensamientos, está frase es uno de ellos, sin embargo, en mi último viaje a Cln, una ciudad que me inyecta una energía bonita, pesé a lo rápida y contradictoria que es, como muchas otras ciudades, esta frase dio un giro en enero pasado en ese viaje, se transformó como tantas cosas que creemos permanecerán fijas y que de pronto como algo impulsando quién sabe porque fuerza universal hace que mude. Salí una noche de los primeros días del año, titubeante y a la vez sin atreverme a pensarlo tanto, sólo era un  hecho que me había planteado, aunque a la distancia le sentí casi como en huida, emprendí la marcha de la costa a la ciudad, pese a la pandemia y lo kitsch del autobús. Cualquier citadino me hubiera dicho estás loca. 

No se si era la mejor decisión, pero si fue el mejor impulso, ya lo necesitaba. Sin embargo al día siguiente de mi llegada me sentí tan descolocada, en estos casos mi instinto es caminar y caminar, y dado que me encanta recorrer las calles de las ciudades y pueblos refugio, así lo hice, tanto que necesite ir más de prisa, quizás acoplándome al ritmo de la ciudad, o conectándome con el mío propio no lo sé, pero necesitaba sentir el viento soplar en el rostro, así que me subí a una bici y seguí andando, lo más rápido, lo más constante, lo más presente que pudo ser.

Cuando me detuve, todo a mi alrededor tuvo más sentido,  mirando el agua, estornudando una barbaridad, de pronto un pensamiento surgió... y si nadie nos espera, si sólo toca llegar, estar y agradecer cada encuentro y respirar, hoy por ejemplo con el polen que se desprende de las flores, que inunda mis sentidos y vaga por el viento como nieve en el invierno, en esta ciudad sol... Llegué y efectivamente, aparentemente nadie me esperaba, o quizás, quizás si y no lo pensé en el momento, quizás los árboles y el agua, el garrobo que me contemplo en mi contemplación de él. Me sentí como esa canción de Liliana Felipe... de la niña con saudade, y sin embargo como el ave tan acompañada..!







No hay comentarios: