A veces los actos cotidianos se vuelven como un vaivén de
olas en el mar, avanzan uno tras otro como un mecanismo ya articulado, tal como
se deslizan una pierna y la otra al dar un paso sobre la acera, y son la
naturalidad del día, y es como si me fundiera en esa naturalidad y el
movimiento surgiera de por sí, aunque mi mente diga tengo hambre, el impulso es
como abrir los ojos cuando aparece la luz del día. Entonces me ausento de las
palabras y todo es un sentir y sucesión de imágenes, e interacción y
contemplación de ellas, respiro profundo… mi atención se focaliza en cada uno
de mis sentidos y voy transitando la vida a través de ellos.
En otras las palabras, lo que hay en mi mente me inunda como
grandes gotas de agua en un día lluvioso, entonces pienso en la humedad que
traspasa mi ropa y toca mi piel, en la necesidad de atajarme o estar a
resguardo, observo mi rostro y el otro vaivén de multitudes transitando entre
calles y avenidas repletas de coches y establecimientos, pienso en el trabajo y
las mudanzas, si el calzado es adecuado y que transporte toca abordar, a veces
cuento los pasos, observo al mundo y busco asirle como si fuera un gran bloque
de barro entre mis manos.
Taran
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