De nueva cuenta en su casa, debo decirlo fue un viaje que tenía sabor a
encuentro y despedida. Aunque tome el bus con paso titubeante, llegue decidida
a explorar… a salir por las calles y las plazas, a hacerme presente frente a los muchos fantasmas, era un viaje con propósito doble.
De inicio no sabía cuál era el encuentro y cuál la despedida. Ya había
olvidado lo que era ser sorprendida, como cuando se prueba una comida novedosa
sin tratar de encontrarle el parecido con algo ya conocido, simplemente experimentar
sin juicio.
A la mañana siguiente tome la pasajera, y de repente el viento entro por
la ventana, volví a sentir esa plenitud al andar entre montañas, esa sensación que
–entre muchas otras cosas, sonaba a añoranza. Así que sucedió… de nueva cuenta empecé
a correr tras los olores, sabores e imágenes que años atrás me habían
atormentado, ahora con deleite. De pronto sólo fue dejar que mis pasos siguieran su curso, y sin
pensarlo llegue al punto más alto del pueblo, allí donde inicio –o terminó, todo.
Los mismos sitios un clima distinto…! Fue un impulso, o quizás la incesante costumbre, tome
la cámara y una tras otra casi como empeño imprimí nuevos recuerdos de los
lugares antes transitados.
Fue una visita interesante, lo vivido dentro y fuera en conjunto “extraño”, o más bien novedoso, una mezcla de sensaciones entre goce y ligereza. Sin
tormento, respire… me conecte/me desconecte/me volví a conectar. Luego de mucho
tiempo fue tan grato sentir paz…! Entonces supe qué de todo fue encuentro y qué despedida.