domingo, 8 de noviembre de 2009

Hay días...

...

Cuando parece que nada sucede, que las cosas y las casas, y la gente pasan inertes, cuando se impregna el olvido, y sin embargo, los recuerdos abundan... entonces la realidad se vuelve más que una escasa mirada...






Hay días en que las puertas parecen
envueltas en una impaciente soledad.
En que olvidamos que tras ellas
no está todo lo que hemos querido.
En que la abrimos sin que importe
qué mañanas o noches nos esperan,
qué olor a día y a humano desprenderán las calles.
Muy a lo lejos nos parece que tocan,
desde la lejana habitación en que una persona quizás espera.
Y al abrir nos sentimos dueños de un secreto vigor,
de un diáfano peligro.
Escuchamos que en las ciudades los empleos terminan,
que en su palpitación los cuerpos quisieran un instante para ellos,
una oportunidad de ser lo que no han sido.
Las calles avanzan ante nosotros,
que inmóviles nos resistimos.
Y continuamos en la puerta, detenidos,
como si así permaneciera
la levísima opción del arrepentimiento,
haber seguido a solas frente a una taza de café ya frío,
o asomados para decir que hemos de nacer,
decirnos que hemos de renacer,
que estamos, como si protegiésemos
fiel, pacientemente a un olvidado destino,
decirnos que estamos, aunque acaso ya nadie lo comprenda,
en la puerta donde debemos estar.

Carlos Montemayor
Hay días en que...

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